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MEDICINA PREVENTIVA, MEDICINA ESPONGIFORME

MEDICINA  PREVENTIVA, MEDICINA ESPONGIFORME

Sin lugar a dudas, el mundo de la medicina como el mundo animal es sorprendente. Así, el juego de las adivinaciones en la medicina preventiva responde a la berrea del miedo colectivo a perder la salud aun no estando enfermo. Pero aquí no acaba la cosa. Añaden el acting out de la "Bruja Lola". ¡Crazy cows!; vacas caníbales metidas a futurólogas.

Por ejemplo, algún médico "clon-media" ya habla de "alcoholismo juvenil" y nos muestra una tabla de niveles de injerencia a los que asocia el grado de alcoholismo. Maravillosa verdad médica, transparencia de la salud verificada ya en ese nuevo dispositivo de poder que se denomina "medicina preventiva". Y es que, en la era de la transmedicina, los médicos ya no curan, pues les da miedo curar, de modo que se dedican a prever futuras anomalías en nuestros cuerpos como el meteorólogo nos relata los acontecimientos futuros que nos deparará el clima. Y es que el arte de la adivinación se cuela en el discurso médico, de ahí viaja a nuestras redes de información y de éstas al descodificador mental automático de los media para acabar en el encéfalo abreactivo de la clase política: "El botellón es cultura", ergo ya estamos en el reino esponjiforme de los Cielos. Conflicto por excelencia transpolítico, los jóvenes tienen derecho a mamarse porque es cultura de la calle pero acabarán siendo potenciales beodos.

Deslumbrante peripecia cristiana operando en el discurso médico: si lo primero que hizo el cristianismo, en los términos "humanitaristas" de la higiene social, fue acercarse a los leprosos, los médicos-vocyferators (los que ladran, infectan y clonan) se han acercado con la pasión "cristalina" del "amor al projimo" a los yonkis, fumadores, alcohólicos, locos y gordos con el fin de ofrecerles el Reino de la Gracia -ya sea en la versión cínica de " House" o en la versión catequista de "Hospital Central"- y simulando -¿cómo no? como "buenos cristianos" y, por tanto, pertenecientes al reino de los buenos, de los banales- una "microfísica del poder" que nace de su conciencia de "casta". ¿Qué podemos oponer a ésto?, ¿cómo podemos salvaguardarnos de la medicina preventiva y de sus periplos futuros?.

Hasta ahora, todos sabíamos que los mayores enemigos de los médicos eran los sanos y los muertos. Pero ¿que pasará con los "enfermos potenciales", con la "población de riesgo" que aún quiere vivir el desafío, apostar por la vida o por la muerte? A una estrategia banal sólo podemos oponer una estrategia fatal. El que simula ostenta "verdaderos" síntomas pero, ¿está enfermo o no?, si interpreta también el papel de loco  es que lo está. ¿O no? En este punto la la medicina  encontrará a su Genio Maligno pues la verdad se disuelve en la solución cristalina de la simulación: una limpieza higiénica del medio ambiente de la verdad.

Bienvenidos al Carnaval de Venecia.

 

 

3 comentarios

Aubrey-Maturin -

Ah¡ mi querido Deckart. Cuánto tiempo sin saber de vos. Siempre mantuve que para el temple de mi espíritu y mis convicciones, ninguna experiencia me fué dada como la de teneros conmigo a bordo durante los años extraordinarios de nuestras singladuras. Fué para mi cosa extraordinaria comprobar que uno de los más bravos de mis hombres, vos que os lanzábais al abordaje con furia e inflamando de valor el pecho de todos los otros bravos, erais a la sazón de natural gay e incluso,según supe y nunca dije, bujarra famoso en tabernas de ambiente. Vuestro valor selló mis labios. Os recuerdo con afecto y me alegro de que hayais podido dedicar tan largo tiempo al mariconeo que relatáis con los hilos de plata. Espero que la felicidad os haya visitado en estos años.
En cuanto a mí, podéis encontrarme por esta casa de Protágoras (sospecho que él también es un poco flojo)entretenidos en denostar, como véis, necedades como el abuso de la medicina preventiva y otras sandeces a las que nos quieren someter aquellos que jamás bebieron un largo trago de ron con el azul en los ojos y olor a pólvora inundando el aire. Ellos qué saben.
Adios querido Deckart (La Guarri en las secretas tabernas, ya veis que vuestro viejo capitán controla un huevo), por aquí me tenéis para aquello que se ofrezca.
Acabaré esta botella a vuestra salud.

Deckart -

Estimado Capitán:
Si quereis creedme, bien. Traicionado por mi Reina, mi nave fue apresada en el Estrecho de Bering tras dos días de intensa batalla.
Llegamos a puerto y fui trasladado a una ciudad del interior que se encontraba entre dos precipicios,-ya no recuerdo su nombre, pero se que estaba escrito con agua-,
sostenida en el aire por infinitos hilos de plata.
Durante cuatro largos años trabajé como tensador de hilos, sin vivir en ningún mapa, y lo que es peor en ningún amor.
Seducido por los hilos de plata y siguiendo el imperativo profundo de la muerte y del desafío, me arrojé a la cuadrifonía gravitatoria de los precipicios.
Ahora descanso en los abismos superficiales y sólo me consuela el recuerdo de los adornos del mar, del vértigo amoroso y de los barriles de ron.

Aubrey-Maturin -

En mi barco, en alta mar, las celebraciones se hacían con ron, la serenidad y el descanso se entremezclaban con el humo del tabaco y en los días buenos comíamos carne casi cruda. El médico a bordo servía para sacar esquirlas de la barriga. El azul era infinito y solitario. Toda mi tripulación era gente brava. Y su mirada infundía temor en todos los puertos de arrebatacapas que pisaron. Así eran los tiempos de los valientes, de aquellos que labraban su fortuna con un par de cojones y que no conocieron más enfermedad que la victoria y la muerte. Si tuviera hoy que reunir de nuevo una tripulación para adentrarnos en la locura del mar, me deseperaría espantando tanta oveja de aburridos ojos saltones. Por eso voy a morir, y porque he vivido.