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SOBRE EL AMOR CRISTIANO O DE LA BANALIDAD

SOBRE EL AMOR CRISTIANO O DE LA BANALIDAD

Todo el montón cofuso de nuestra cultura sentimental gira en torno a ese referente difuso y espongiforme, a esa realidad opaca y translúcida a la vez , a esa nada que llamamos amor -entendido como simulación de un espacio de convivialidad pura-. Del amor se puede decir todo y no sabemos nada que decir. Leitmotiv de nuestra cultura pasional, se puede amar a Dios, a una madre, a la naturaleza, a una mujer, a los pajarillos o a las flores; nos conjuga, nos acopla, nos fusiona pero cae del lado de lo ininteligible. ¿Por qué diablos los seres estarían destinados a amarse?. ¿Por qué jugada de dados estarían los humanos destinados al ámbito de la fusión, de la aproximación patética?.

El amor así concebido pertenece al reino del misterio y del sacrificio mientras que la seducción es siempre enigmática y juega con los abismos superficiales; plenamente inteligible pero no puede ser dicha ni revelada, puesto que pone en circulación signos insensatos, estrategias del adorno, artimañas del cálculo, cálculo de las estrategias. La dualidad se fusiona en la figura universal del amor: por un periplo de lo real los seres se inclinarían los unos hacia los otros ya sea para completarse o complementarse. "Amaos los unos a los otros", obscenidad transparente del mundo de los banales. Nadie jamás- anterior al cristianismo - hubiera podido aceptar semejante pathos. Banalidad de la transparencia, transparencia de la banalidad, Cristo fue el primero en querer amar y ser amado. El amor cristiano es banal, el amor pagano es fatal. El primero pertenece al orden de la ley y de la organización, el otro pertenece al orden de la regla y el ritual.

El amor cristiano despliega el espacio de la culpabilidad y de la simulación: el cristiano cuando cortocicuita el sistema pasional, o se le descubre en la simulación sufre porque, por un golpe de teatro, cae en la cuenta de que ha cogido al otro como rehén, sobre todo si ha sido desenmascarado en la mentira o en la infidelidad.El pagano sufre porque ya no puede confiar en él, ha cometido una traición y Roma no paga a los traidores. Y, ya se sabe, como la víctima de un crimen, lo más incómodo es almacenar el rehén y conservarlo. Ni muerto ni vivo, el cristiano extermina al otro virtualmente: su vida le ha sido robada para servir de cobertura a otros fines humanos, demasiado humanos.

En general, la liquidación de la culpabilidad, el blanqueo de esa historia sucia -por obscena y transparente- lo intenta arreglar el cristiano con una llamada telefónica: "Eres la mujer /hombre más importante de mi vida" dice el personaje de una historia de blanqueo del amor -semejante al blanqueo de dinero-, "podemos ser amigos" dice otro personaje patético de otra historia de amor entre una cristian@ y un pagan@. Y es que en el relato Crístico del amor mártir la simulación juega un papel fundamental: los cristianos fingen tener lo que no tienen mientras que los paganos fingen no tener lo que tienen. El amor cristiano es plebeyo, pone en juego la fidelidad y los celos, mientras que el amor pagano es aristócrata y en su start system de valores pone en juego la lealtad y el destino.

A este amor "terrorista" que desarrolla las técnicas de escamoteo o de exterminio de lo real y de la toma de rehenes sólo podemos oponer el amor pagano, el amor fatal como estrategia de las apariencias, como desafío perpetuo, destino y maleficio diabólico que resquebraja el orden de lo divino. Al final siempre volvemos a lo mismo: el amor no existe. Sí, todos lo sabemos, debería poder existir pero no. No existe.

Vale.

LA GRAN COLADA

LA GRAN COLADA

El fenómeno de ponerse hasta las patas de alcohol, de drogas, de sexo y música es una constante cultural, independientemente de las variantes históricas, sociológicas, políticas o culturales. Y es que lo de privar, como todos sabemos, no tiene límites.

Y, por la fuerza de las cosas, la gran colada de hígados y de cerebros, independientemente de los detergentes y suavizantes utilizados y de su grado de blanqueo y suavidad, ha ido adquiriendo diversas formas a lo largo de los últimos cincuenta años.

En líneas generales, podemos decir, que desde las generaciones anteriores a 1963 ( los baby bomers), pasando por la Generación X y la denominada, hoy en día, Generación del Milenio, la gran colada ha ido pasando del estadio endémico al estadio epidémico.

Pero veamos las diversas formas que ha ido tomando "el beberse hasta el agua de los floreros":

Con un optimismo maravilloso y fulgurante, en los baby boomers la litrona podía transformarse con alegría y desenvoltura en un cocktail molotov. Con carajillos, porritos, cervezas y cubalibres montaban la fiesta. "Litros de alcohol corren por mis venas mujer....", destilaba la canción de Ramoncín. Todos estaban locos por privar.

La Generación X, como generación fatal, cumplió con todos los protocolos y las coladas en un continuo desafío autodestructivo: no se quedaron en la litrona, el cubata y el canuto. Aún había más: la experimentación, el diseño y el desencanto encontró su expresión estética en Trainspotting: alcohol, marihuana, cocaína, heroina, LSD y fatalidad, mucha fatalidad:

Choose your future. Choose life.

I chose not to choose life: I chose something else.

Si la Generación X realizaba la gran colada siguiendo el programa previsto -prelavado, lavado, centrifugado y secado-, la Generación del Milenio o ipod -dada su falta de gusto estético y de la banalidad que la caracteriza- van del centrifugado al secado en ese gigantesco ataque de mimetismo bovino etiquetado como "botellón" al que, en ocasiones, también aplican los principios de la F1 pero con máquinas de gama baja: ingesta masiva y en masa de alcohol, expresión de lo "más social que lo social", pasión por el redoblamiento, berrea alcohólica sin límites, aumento en potencia del éxtasis. La masa bebe y se bebe en masa.

"Dame más gasolina".

MEDICINA PREVENTIVA, MEDICINA ESPONGIFORME

MEDICINA  PREVENTIVA, MEDICINA ESPONGIFORME

Sin lugar a dudas, el mundo de la medicina como el mundo animal es sorprendente. Así, el juego de las adivinaciones en la medicina preventiva responde a la berrea del miedo colectivo a perder la salud aun no estando enfermo. Pero aquí no acaba la cosa. Añaden el acting out de la "Bruja Lola". ¡Crazy cows!; vacas caníbales metidas a futurólogas.

Por ejemplo, algún médico "clon-media" ya habla de "alcoholismo juvenil" y nos muestra una tabla de niveles de injerencia a los que asocia el grado de alcoholismo. Maravillosa verdad médica, transparencia de la salud verificada ya en ese nuevo dispositivo de poder que se denomina "medicina preventiva". Y es que, en la era de la transmedicina, los médicos ya no curan, pues les da miedo curar, de modo que se dedican a prever futuras anomalías en nuestros cuerpos como el meteorólogo nos relata los acontecimientos futuros que nos deparará el clima. Y es que el arte de la adivinación se cuela en el discurso médico, de ahí viaja a nuestras redes de información y de éstas al descodificador mental automático de los media para acabar en el encéfalo abreactivo de la clase política: "El botellón es cultura", ergo ya estamos en el reino esponjiforme de los Cielos. Conflicto por excelencia transpolítico, los jóvenes tienen derecho a mamarse porque es cultura de la calle pero acabarán siendo potenciales beodos.

Deslumbrante peripecia cristiana operando en el discurso médico: si lo primero que hizo el cristianismo, en los términos "humanitaristas" de la higiene social, fue acercarse a los leprosos, los médicos-vocyferators (los que ladran, infectan y clonan) se han acercado con la pasión "cristalina" del "amor al projimo" a los yonkis, fumadores, alcohólicos, locos y gordos con el fin de ofrecerles el Reino de la Gracia -ya sea en la versión cínica de " House" o en la versión catequista de "Hospital Central"- y simulando -¿cómo no? como "buenos cristianos" y, por tanto, pertenecientes al reino de los buenos, de los banales- una "microfísica del poder" que nace de su conciencia de "casta". ¿Qué podemos oponer a ésto?, ¿cómo podemos salvaguardarnos de la medicina preventiva y de sus periplos futuros?.

Hasta ahora, todos sabíamos que los mayores enemigos de los médicos eran los sanos y los muertos. Pero ¿que pasará con los "enfermos potenciales", con la "población de riesgo" que aún quiere vivir el desafío, apostar por la vida o por la muerte? A una estrategia banal sólo podemos oponer una estrategia fatal. El que simula ostenta "verdaderos" síntomas pero, ¿está enfermo o no?, si interpreta también el papel de loco  es que lo está. ¿O no? En este punto la la medicina  encontrará a su Genio Maligno pues la verdad se disuelve en la solución cristalina de la simulación: una limpieza higiénica del medio ambiente de la verdad.

Bienvenidos al Carnaval de Venecia.

 

 

VOCYFERATOR

VOCYFERATOR

Siguiendo el modelo de la paideia platónica, y recordándonos implícitamente la fórmula socrática de que nadie hace el mal a sabiendas, hoy nos ha visitado un vociferador esponjoso con talante, aplicado en ceremonias y seguro de su espectáculo. Seguro que -con su sonrisa Lancôme- nos recuerda los prodigios y peripecias de su acción de gobierno, pero también nos recuerda los males de esta tierra llamada por algunos España, por otros "Estado" y por nadie por su denominación internacional, Reino de España: la violencia de género, en la modalidad del pobre, en la modalidad del joven, muertes en nuestras carreteras, terrorismo, catástrofes naturales ...Y, ya se sabe, si en la era de la economía viral, el blanqueo de dinero es una actividad primordial -blanqueo de una historia sucia-, en la era de la transpolítica, todo hombre con poder es hoy merecedor de una inculpación virtual y debe ser blanqueado como el dinero negro.

Pero no está sólo. Le acompañan dos integrados acuáticos en la política española y la masa esponjosa, abreactiva y vociferante que, habiendo siendo movilizada por múltiples vías, carteles, media, red, los bocadillos de tortilla, la jarana y la algarabía toman la ciudad en sus autobuses; rehenes motorizados con slóganes, pancartas y algunos ladridos. Deseosa del espectáculo entrará en éxtasis, en la escena de ese voyeurisme continuo del grupo sobre sí mismo, mirándose en el espejo de la telepantalla (¡aunque sea la manchega!).

Pero no podemos olvidar, desde luego, esa figura estética del mensajero que , tomando la palabra como rehen en aras de una vida mejor (por los servicios prestados), inaugura el espacio semiótico de la presencia del poder en la ciudad.

Esta perfomance propulsada y propulsora, esta aplicación de los principios de la F1 al campo de lo político (la anunciación), refracta todas las energías activadas, las energías solidarias en la proeza tecnológica: el hombre máquina vociferador (Vocyferator).

Pero, al contrario de la F1, este piloto esponjiforme y su máquina no realiza su carrera a una velocidad que no nos pondría frente al imaginario de los supersónico, sino que siguiendo la velocidad inercial de los peatones realiza su función sin saber que jode, es decir, molesta tanto en el ámbito de lo público como en el privado. Este tunning de la política encarna la histeria comunicacional presente en las sociedades occidentales, y que se refleja también en la organización piramidal de la clase política: "mas comunicación que la comunicación". Vocyferator, proyectil en suspensión inercial, ataca el sistema motor y sensorial de los humanos. Nos paralizará con la sobreexposición del mensaje. Y no podemos hacer nada para detener su ataque, ya que por fortuna, no estamos en tiempos sacrificiales: sólo podemos y , no sin cierto riesgo, mandarlo a la mierda.

Y es que Vocyferator sabe que no se encuentra en una carrera fulgurante. Sabe que la competición tiene lugar en otro sitio, no en el hit parade de los pilotos, la publicidad y el star system.

Pero, por la fuerza de las cosas y del tiempo, ya no es aquél que megáfono en mano y volante en otra nos anunciaba la llegada del Líder. Incluso esta figura , en aquellos tiempos -no tan remotos- hacía uso de esta tecnología con alegría y desenvoltura. Hoy, en la era de la incertidumbre, el mensajero es un vociferador mecánico, donde apenas se distingue ya el piloto de su doble (el dispositivo vociferante).

Vocyferator,¡ proyectil inercial y en suspensión!, compite con otros proyectiles pero no hay pole position y ni siquiera visualiza el podio. Sólo tiene un objetivo claro: ladrar, infectar y clonar.

De la filosofĂ­a

De la filosofía

Por una peripecia de la realidad, fui invitado por un amigo a defender (vía pantalla total) la hipótesis de la necesidad de la filosofía en el mundo de hoy (académico, social, intelectual, etc...). Pero, por la fuerza de las cosas, nada sale como se planea, y por tanto, opté por diseñar un argumento que fulminara la filosofía, los departamentos de filosofía, las facultades de filosofía y, si me apuran, todo el orden nootrópico terraqueo y así abrir un espacio de posibilidad a una reconversión tipo RTVE: unas vacaciones perpetuas con una economía saneada.

Este es el argumento en cuestión:

Desde una teoría restrictiva (naturalista) de las necesidades, la filosofía es tan poco necesaria como pueda serlo la matemática, la física teórica, la filología vasca, la historia, el derecho natural, la teología o la magia negra. A los hechos (estados de cosas, esto es, configuraciones de objetos) me remito: ¿Cuántos individuos pertenecientes a la clase (lógica ) de los humanos detestan sus vidas (biológica y sociológica), por carecer de las herramientas básicas de comprensión de la mecánica newtoniana, la combustión de la glucosa o el fenómeno de la Ilustración?

¿Cuántos individuos sufren convulsiones nerviosas, depresión o metástasis celulares incontrolables por no tener estudios médicos, jurídicos, arquitectónicos o mágicos (carecer de estrategias para cazar fantasmas, practicar exorcismos, tener visiones marianas, sentirse manchego.)?. Este argumento de sentido común me parece definitivo: Podemos perfectamente vivir, como de hecho ocurre, sin saber filosofía, como podemos perfectamente vivir sin saber nada de genética de poblaciones, de matemática computacional, de la infancia de Jesús o del cultivo del azafrán [...].

Pero el sortilegio aristotélico liquidó mi sueño de una retirada a la campiña francesa:

Si la filosofía es necesaria tendremos que filosofar para aclarar por qué es necesaria; y si no es necesaria tendremos que filosofar para determinar por qué, no es necesaria. Entonces, tanto si lo es como si no lo es tendremos que filosofar [necesariamente]. Luego, la filosofía es [necesaria].

Sin embargo, hemos de reconocer que durante los últimos años circula la hipótesis fulgurosa siguiente: "La filosofía ha muerto".

Independientemente del análisis lógico que podemos realizar de tal hipótesis, nos encontramos con "algo" que "ha muerto". Y esto es un cadaver. Pero, si los mayores enemigos de los médicos son los sanos y los muertos, los más virulentos de la filosofía son la magia y la pedagogía.

La victima tiene esta identidad: http://sfcm.filosofos.org/uploads/filosofia_unesco.pdf:

" La importancia de la filosofía en la labor de la UNESCO es evidente, habida cuenta de que la reflexión y el análisis filosófico están innegablemente vinculados al establecimiento y mantenimiento de la paz que es la misión fundamental de la Organización [...] La filosofía es una "escuela de libertad" ya que no sólo elabora instrumentos intelectuales que permiten analizar y comprender conceptos fundamentales como la justicia, la dignidad y la libertad, sino que además crea capacidades para pensar y emitir juicios con independencia, incrementa la capacidad crítica para entender y cuestionar el mundo y sus problemas y fomenta la reflexión sobre los valores y principios"

Esta excrecencia, perteneciente a la categoría de lo políticamente correcto y, por tanto, banal, puede presentarse en su versión fatal: la filosofía proporciona un poderoso antídoto contra la superstición y la estupidez, características esenciales de los apocalípticos (fanáticos) e integrados (zombies).

Pero a estos dos sospechosos podemos añadir la especie de los filósofos estropeados: son como el mal de las vacas locas y la tembladera ovina pero a escala humana. De entre ellos podemos seleccionar al nihilista epistémico, un killer diseñado para la necrofilia, que puede presentarse bajo la forma de brujo (con un estado de encefalización espongiforme avanzado), o en estado de filósofo protozoario (desmultiplicado indiferenciadamente:"clon").

El primero es un criminal muy astuto: primero te secuestra, luego te hace cómplice, te endosa el cadaver y, encima hay que negociar con él. Manipulador de masas mediante el silogismo del cordero balante, su primera víctima es "el mundo". Si el mundo no te gusta, si eres infeliz o culpable, reza, ten fe, muérete y aparecerás en un paraíso neutro, viviendo en una burbuja, rodeado de todo el espacio celestial e inmunológico, protegido de todos los contagios y acariciado por el Padre a través de paredes de cristal con unos manguitos de plástico, riendo y flotando en una atmósfera extraterrestre rodeado de astronautas iluminados.

El segundo es un secuestrador que utiliza un ceremonial muy diferente: viste como el hombre del tiempo o como el periodista deportivo y pertenece a microsociedades paralelas que se enteran de todo tarde y mal. Evolucionan de forma impune y están condenados, al parecer, a la tarea única de reproducirse en un confusión endogámica de todas las tendencias que produce toda una patología propia de la consanguinidad y que se aleja a velocidad supersónica de aquello que gestionan. Sólo mantiene un nexo de unión con la masa a través de los sondeos y de los media.

De los apocalípticos podemos destacar al terrorista: producto de la reproducción incestuosa entre el brujo y el clon, pone en juego el principio del exterminio, no consigue alterar la membrana de la indiferencia estadística y repugna la voluntad de estilo. Ni vacas locas ni ovejas Dollys, el terrorista dinamita el gusto estético haciendo uso del mensaje publicitario de Lancôme y agregándole unas dosis de acting out: dado que lo vale actúa. Y es que podemos rastrear en la prótesis (caperuza-boina) cierta trans-estética que actúa como caja de resonancia de la moda y el estilo de las figuras anteriores.

A estos cerebros esponjosos hay que añadir esa figura viscosa del zombie o hiperconforme y su proliferación metastásica: la masa , sepulcro del cuerpo comatoso del sujeto político moderno, proyección y sepultura de lo social. Sondeadas por los media sólo responden y muestra su rostro en la telepantalla del exhibicionismo estadístico y están obsesionadas con el espectáculo.

En la era de la clonación donde el simulacro triunfa, la filosofía entendida como un saber que desvele y articule los conceptos de realidad, experiencia, conocimiento, verdad, delicadeza de gusto, etc.... como actividad crítica y liberadora de las masas a través del ejercicio de la Razón está condenada al más absoluto fracaso: las masas nunca quisieron Ilustrarse, prefirieron el espectáculo y su ceremonia (exorcismos vía satélite, sondeos, O.T., Champions League...). En la era de lo hiperreal como histeria comunicacional ("Nokia connecting people"), de la simulación ("Mire cómo actua el detergente en su ropa" dice un personaje del anuncio), de la obscenidad (la pornografía), donde la presencia no se borra con la ausencia o el vacío sino con la reduplicación de la presencia (Malú canta una canción con Lola flores en estado monitorizado), la filosofía es -como decíamos- una anomalía y como tal se comporta.

Pero no debemos identificar el horizonte de desaparición de la filosofía con su cadaver: siendo el pensamiento, a su manera, una red de anticuerpos y un sistema de defensa inmunológica natural frente a las secreciones de los cerebros esponjosos y las neurosis de los clones, es posible que no haya soportado el ataque virulento de ese prión, salido de las parafarmacias del ministerio de educación, con el nombre científico de Filosofía y ciudadanía (muerte simbólica del Proyecto Ilustrado en clave kantiana).

Pero hoy, definitivamente, ni siquiera estamos ya seguros cuando hablamos en términos de vida o muerte: sabemos de los fenómenos de superposición cuántica en el orden de la física y de las entidades semivivientes en el orden de la biología. El ámbito religioso nos muestra muertos resucitados y el del arte "muertos que no estaban muertos.¡¡¡Estaban tomando cañas!!! . Y en este escenario la filosofía no es una excepción: sólo hay que acercarse a las librerías, bibliotecas, facultades y redes de información para darse cuenta que el cuerpo filosófico es como un archipiélago: es un conjunto de islas de pensamiento unidas por aquello que las separa. Y, por tanto, su desterritorialización simbólica, al límite, no afecta al conjunto. Las muertes simbólicas no son muertes reales. Los crímenes simbólicos no son crímenes reales.

Por otra parte, el cuerpo filosófico es nanobacterial con caracteres viroides desde hace 2700 años. Y ésto, aún no lo ha entendido ni las vacas locas ni las ovejas Dollys: la filosofía es un cuerpo que crece espontaneamente a temperatura ambiente y en presencia de la estupidez, porque de ella se alimenta.